lunes, 30 de abril de 2007

La Suède me prends à la rigolade

Anda que si estais en Estocolmo el 25 de mayo y os perdeis a Julio Iglesias en su Romantic Classics Tour...

No sabía que el ‘me va, me va, me va, me va, me va' hubiera llegado tan lejos, o por lo menos, tan al norte.

Cleaner than water

Uno de esos lugares adorados por los puestos en el noble arte del Vodka y aun más los especializados en la prestigiosa marca Absolut, es el Stockholm Ice Bar Cafe. Aprovechando la ocasión de visitar la ciudad, pasamos por dicho bar y ciertamente nadie quedó defraudado.

Este bar esta insertado en el Ice Hotel de Estocolmo que no es, como pensamos al principio, el famoso hotel hecho entero de hielo (el cual, si mi riqueza me lo permite algún día, visitaré). Para entrar hay que hacer reserva previa y solo se puede estar en el alrededor de una hora por la alta demanda, pero merece la pena vestirte de esquimal para beber tan gustosa bebida completamente rodeado de hielo.

El bar tiene paredes, estanterías, asientos, barra, vasos y televisión de hielo, y solo se sirve Absolut Vodka mezclado con cualquier tipo de sirope y aditivos (hasta unos 20 cócteles). El paraíso para más de uno que conozco y realmente digno de ver para el resto.

Este bar fue el primero de los muchos que se están prodigando por el mundo, visto el filón los hay ya en zonas muy cálidas. Todo el agua con la que estaba hecho el bar venia de no se que río del norte de Suecia, no sería de extrañar que fuera agua del grifo.

Es uno de los pocos lugares donde puedes beber y comerte el vaso, congelarte tipo Han Solo en el Retorno del Jedi, refrescarte el culo al sentarte, ver la tele en una pared de hielo (realmente era un proyector enfocado a una pared de hielo opaco) o charlar amigablemente apoyado en una barra que se derrite si le soplas o se desconcha si le rascas, muy divertido.

viernes, 27 de abril de 2007

De retour

Se desvela aquí el gran misterio, que no sabia nadie, ejem, de donde estuve de vacaciones esta semana, y chicos, sí, aunque no lo creáis estuve en Suecia y Dinamarca. En cuanto a lo del premio a quien lo acertara, evidentemente queda desierto, porque si tuviera que recompensar a todo el mundo que lo sabía tendría que empeñar mi billete de vuelta a casa, que vale un ojo de la cara, y no queremos eso ¿verdad?

Bromas aparte, el viaje fue increíble, os recomiendo ampliamente ambos países, se queda uno con las ganas de pasar más tiempo allí.

Por hacer esto más ameno y para no aburriros demasiado dividiré este viaje en diferentes posts, ahí va el primero.

Stockholm, kapital


Es increíble la cantidad de mitos y leyendas que has acumulado desde niño que pueden caer en un abrir y cerrar de ojos, solo hay que poner un pie en el lugar de los hechos, es poco mas simple que sentarse y mirar.

Era la primera vez que pisaba yo más al norte del continente de Europa, nunca había pasado mas allá del estrecho de Oresund, que divide Dinamarca y Suecia (esto lo he mirado en el Google, a ver si os vais a pensar cosas que no son).

Lo primero que se da uno cuenta cuando llega a Estocolmo es lo inevitable a la vista, mar por todos lados, esta región de costas angostas y sinuosas tiene la capacidad de sorprenderte con un trozo de mar en cualquier parte, no un mar claro y abierto con un horizonte infinito como estamos acostumbrados sino un trozo de agua que aparentemente podría ser un río pero que por su olor a pescado y a gaviotas (mas bien a los regalos de las gaviotas) deja claro que estas frente al mar del norte, y ojo con meterte porque puedes salir morado del frío.

Se podrían enumerar la cantidad de ideas preconcebidas que tiene uno de los países escandinavos y daría ya solo para un post: gente paseándose con gorros con cuernos cargados con hachas, mujeres mofletudas con rubias trenzas y ojos azules, tabernas angostas… (bueno, creo que me estoy yendo al siglo XV), tiendas de Sony Ericsson por todas partes, Ikeas, salmones, pornografía y sobre todo esa fama de ser el país con el mayor bienestar social y con mayores índices de felicidad del mundo, todo sin olvidar que, cuanto mas al norte, todo es más limpio, más europeo y mas guai, según muchos.

Estocolmo es, sin duda, una ciudad norteña (podrían darme un premio por esta afirmación), se nota en muchas cosas, sobre todo, en el color que impregnan las calles, de un tono mucho mas oscuro que las ciudades del sur, no por su climatología (sol radiante alternado con lluvia poco densa y 6 grados de media en el tiempo que estuvimos allí) sino por el aspecto de las fachadas de sus edificios, calzadas y mobiliario urbano. Cuidad industrial donde se precie, está compuesta por 14 islas, por lo que toda la ciudad en si es costera por tener mas kilómetros de frontera con el mar que cualquier ciudad con una costa linear (cosa que pasa con todo el país en general). Se puede ver en ella mucho más ruido y tumulto del que me esperaba, ser capital la hace mas bulliciosa por aglomeración de gente y actividad, sobre todo en las partes subterráneas de la ciudad, donde existe mucha vida (haciendo ese frío a finales de abril, no creo que salgan mucho a la superficie en enero). Aún así no me esperaba encontrar a unas veinte personas esperando el metro y la taquilla abierta a la una de la mañana (creía yo por mis experiencias en Inglaterra que mas allá de los pirineos no existía tal cosa, veo que me equivocaba).

Esta ciudad tiene el “honor” de compartir con Hamburgo, Ámsterdam, Brujas, Lübeck y San Petersburgo de que alguien la halla llamado la alguna vez Venecia del Norte y como no he visitado Venecia no haré ninguna apreciación al respecto, eso si, no me imagino góndolas paseándose por allí.

Caminando por las calles de esta ciudad, uno se da cuenta la pasión que tiene este país por su familia real, tendencia sadomasoquista popular que no llega a ser tan grande como en Inglaterra (donde realmente da lastima, vista la historia reciente que esa dinastía nos esta regalando). Se pueden ver postales por todos lados, tacitas y souvenirs varios de Carlos Gustavo, rey de Suecia y su honorable familia además del palacio real en todo el centro de la ciudad, jolie, como dirían aquí en Francia.

Pero sin duda, ir hasta tan lejos y pasar allí unos días ayuda a hacerse una pequeña imagen mental de la zona, no son tan rubios ni tan altos (morenas de bote incluidas, jamás pensé que viviría para verlo), los paisajes no son tan verdes, no son tan europeos (guais, perfectos y felices), no son tan limpios, ni tan educados, ni tan cerrados.

Es difícil profundizar en este país de frío, bicicletas y mar en 3 días, pero basta ver una foto de gente tomando el sol y bañándose en el puerto de esta ciudad para darse cuenta que no nos parecemos ni en el blanco de los ojos.

Nota: en clara alusión al comentario de Tárraga (próximo Erasmus en este país), el tema colowinis y cervezuelas está realmente bien, y la noche sueca también pinta muy bien aunque no la estudiáramos a fondo, eso sí, ya puedes ir apartando unos ahorrillos para surtir este tema.

Triste que en el país que inventó el Absolut Vodka la botella cueste unas 180 coronas (estos suecos inadaptados, al igual que Inglaterra y Dinamarca, mantienen su moneda), es decir, unos 20 euros.

martes, 17 de abril de 2007

Vacances

Debido al periodo de vacaciones primaverales este blog se toma un descanso hasta la semana que viene. Su autor, un servidor, emprenderá un viaje mañana hacia un lugar desconocido. Este destino será mantenido en secreto hasta mi vuelta por diferentes razones (paparazzis incluidos) y se abre por tanto un concurso derivado de ello: ¿Donde esta Pablo?

El que lo adivine se llevara un bonito souvenir de dicho lugar

Nota: el que ya sepa o averigüe el destino por cauces fraudulentos (véase preguntárselo a mi madre) queda fuera de este concurso. Bases depositadas ante notario, otra vez.


Los frikis y el huevo gigante

Compartir espacio vital no es siempre sencillo. Como diría aquel anuncio de un coche, en el que salían personas con una especie de burbujita a su alrededor que representaba su espacio vital, (los anuncios de coches nunca tienen desperdicio) podemos hacerlo de muchas formas diferentes, podemos querer compartirlo, puede que tengamos que compartirlo aunque no nos apetezca o quizás compartirlo sea todo un placer… ciertamente, compartir piso con siete personas da lugar a situaciones de todo tipo, en cuanto a compartir espacio vital se refiere.

Andaba yo preparándome para cenar (no eran todavía las 7 de la tarde) cuando pasa por la puerta de mi habitación (la cual siempre anda abierta) una especie de sombra gigante tan instantánea que no llegas a reconocerla. Supuse que son esas cosas que se ven por el rabillo del ojo y que se desvanecen en décimas de segundo por lo que seguí con lo mío.

Poco tarde en darme cuenta que me equivocaba, a los pocos minutos se armo un escándalo tremendo en la casa, empecé a oír gritos de jubilo en francés los cuales, por supuesto no tuve ni idea a que se debían hasta que llegue a la habitación de Morgane.

Por lo visto, aquí en Francia, les dio, hace muchos años, por hacer lo contrario que los españoles en estas fechas, en vez de honorar y enaltecer la muerte de Jesucristo, prefieren regocijarse en que resucitó, por lo que, en ese día empezaban dos placenteras semanas de vacaciones. Por ello, celebran este gran acontecimiento con huevos de chocolate, hasta el punto que te puedes tropezar con ellos en el autobús, la universidad o incluso en la puerta de la comisaría…(verídico).

La historia, y no me voy de lo importante del asunto, es que mi compañera de piso ganó un concurso en el restaurante universitario que consistía en adivinar cuanto pesaba un huevo gigante de chocolate que había expuesto en el mostrador, el huevo medía como unos 80 cm de alto y 40 de ancho y Morgane, sólo se equivoco en dos gramos de los 5.877 Kg que pesaba dicho elemento. Ahora la pregunta reside en ¿Cuánto tardo el huevo en dejar de existir como tal? Pues la respuesta también podría haber dado para un concurso, pero os lo voy a desvelar, menos de 48 horas. Una pena que no me diera tiempo a hacer una foto a tal huevo antes de que se encontrara en un estado lamentable.

Entre huevos y gallinas, empiezan las vacaciones en Francia, se nota en todas partes, la gente es feliz, sonríe, todos se despiden deseándose buenas vacaciones, el autobusero me habla y me cuenta chistes, hay gente en la calle. Una delicia.

Y como no, la gente sale más de fiesta, y como ejemplo radiante la que se montaron mis compañeros de piso. Uno de ellos, juega a un juego en Internet de estos de dedicarse a matar marcianos (bueno, ahora vienen de todas las galaxias) y decidió reunir a toda su panda de amigos frikis en casa.

Es realmente curioso una noche de fiesta bebiendo vino a palo seco (aunque en cuanto probaron mi calimocho no bebieron otra cosa) y cerveza en botellitas de cristal de 25cl, bailando todos alrededor de un huevo de chocolate gigante canciones de la infancia francesas.

Cuando una horda de frikis franceses, un huevo gigante de chocolate y un español comparten espacio, se dan situaciones muy curiosas, os aseguro.

viernes, 13 de abril de 2007

Colaboración Especial

Un servidor tiene el gusto de presentarles, como primicia y lujo para sus lectores, la primera firma invitada de este blog. Éste no es ni más ni menos que Carlos Alejandre.

Como enviado especial desde tierras asturianas a los barrios bajos de Reims tendrá la oportunidad de contarnos sus mas diversas peripecias en sus ya siete meses de Erasmus. Para las pocas personas que no tengan en gusto de conocerle, Carlos es estudiante de 4° de derecho en la universidad de Oviedo. Tiene una ya afamada carrera en representación estudiantil dentro de la delegación de alumnos y un futuro prometedor en su gremio, lo cual nos vendra de maravilla cuando alguien nos tenga que sacar de apuros con la justicia.

Es, sin duda, una de las personas más doctas y adecuadas para escribir en este blog por lo que tenerlo entre nosotros es todo un honor.

Ahi va su primer post.

Desde Reims: Las 12 Pruebas

Éste pequeño post que mi amigo Pablo va a ser tan amable de publicar como "firma invitada" en la sección Me prends a la rigolade, es en realidad France m´etonne (Me asombra, me deja anonadado), ya que lo que voy a contar fue una de las primeras experiencias que tuve con el funcionariado francés y no me hizo ni puta gracia.

Allá por Septiembre, cuando aun no habíamos llegado todos los españoles a Reims, la ciudad donde tengo el privilegio de residir actualmente, llegó uno de mis actuales compañeros de residencia, más precisamente mi vecino. Tras ir al Crous a confirmar su alojamiento y hacer los diversos seguros necesarios para que te franqueen la entrada (el de alojamiento y el de vida), y tras varias horas de ir de una oficina a otra como si estuviéramos en las 12 pruebas de Astérix y Obélix, llegamos a la oficina de la Residence Georges Charbonneaux para que le dieran habitación a nuestro nuevo amigo. La hora, las cinco menos veinte. Una vez dentro, la secretaria, una señora bastante alta con mucha mala cara y poca amabilidad (apodada por nosotros la libélula) nos pregunta lo que queremos. Le respondemos que ha llegado un amigo nuevo, y que tiene ya todos los papeles, que solo le falta la llave para poder dormir en la resi. Y la señora, con toda su cara, nos responde que está desolé, pero que ella tiene que cerrar la oficina a las 4 y media, y por tanto, no puede darle habitación hoy. Por supuesto, pusimos el grito en el cielo, el amigo ya había tenido que dormir una noche sobre el suelo de la habitación de otro compañero el día anterior, y no son más de 5 minutos lo que ella tendría que hacer. Pedimos, rogamos, suplicamos, exigimos que se le diera una habitación, pero ni lloros ni gritos sirvieron con esta señora que se fue a su casa dejando a nuestro amigo en la calle. Os imagináis que esto pasa en España?? Dejar tirado a un extranjero que no conoce el idioma, ni las costumbres del país, a un tío que podría estar solo, a 1000 kilómetros de su casa, por no trabajar cinco minutos más?? Pues ella lo hizo con toda la tranquilidad del mundo, simplemente dijo "Desolé, je peux rien faire" y se fue a su casa mas contenta que unas castañuelas.

Deben de pensar que nos da igual tener que gastarnos el dinero que necesitamos para comprar la comida en dormir en un hostal otra noche (cosa que no pasó porque el chaval tenia amigos y compatriotas allí, pero si llega a ser un griego o un sueco, alguien que no hubiera conocido a nadie, se hubiera tenido que buscar la vida).

El símil de la casa de las 12 pruebas no era vano, porque como ahora veréis, la burocracia francesa ha alcanzado un desarrollo mucho mayor que la española.

Tú llegas a Francia sin nada más que una carta que te cita en el crous de la universidad, habiendo elegido residencia. Lo primero que haces es ir a una oficina donde te atiende una señorita encantadora que te da unos papeles a firmar y luego te pide el seguro. Tu, claro, no sabes nada de ningún seguro, así que te buscas una aseguradora y te lo haces como puedes, entendiendo una palabra de cada 5 y sonriendo y asintiendo. Vuelves y te dice que te falta el seguro sobre tu persona. Ahora ya tienes el de el estudio, así que vuelves a la aseguradora y luego al crous. Con la attestation de demanda de seguro (un papel que dice que has pedido y pagado el seguro) tienes que ir a la oficina central de la aseguradora y con eso te entregan el verdadero seguro, llave hacia el alojamiento. Con ese papel, mas una attestation de estar inscrito en la universidad de reims, te dan la llave de tu minipiso. Y luego necesitas un papel oficial, llamado attestation de logement para poder abrir una cuenta bancaria.

Y Astérix se quejaba, él, que no tenía nada mas que conseguir el formulario B-27.


Carlos Alejandre

jueves, 12 de abril de 2007

La France me prends a la rigolade (IV)

Quien no recuerda con los ojos humedecidos por la nostalgia aquellas tardes de críos viendo Oliver y Benji, todos soñamos con ser los mejores jugando al fútbol e irnos con Roberto a Brasil. También ganar el mundial, aunque hubiera sido con la camiseta de Japón (no se que es más improbable, que gane Japón el mundial o lo haga España).

Por esas cosas del destino de un país, y para que se den cuenta los guionístas de televisión lo fácil que es cambiar la vida de toda una generación véase este ejemplo:

Olive et Tom, champions de foot’

Por lo visto, antes de su salida al estrellato, los traductores franceses decidieron dejar a Benji en la estacada y titular la famosa serie como Oliver y Tom, bueno, Olive y Tom. Qué atentado contra la razón, me dio ganas de comprarlo solo para ver qué canción se les ocurrió inventar a esta panda de desalmados después de cometer semejante atropello contra nuestros queridos ‘magos del balón’.

La France me prends a la rigolade (III)

Caminando por las calles de Poitiers, y en cualquiera de Francia, puedes encontrarte con una reivindicación de caracter homosexual, hasta ahí, nada fuera de lo normal. Lo raro es cuando viene del mundo de la construcción. Sin ningún tipo de tapujos y sin miedo a las replesalias y al rechazo ahi va la reivindicación :

‘Piétons, changez le trottoir’ (Peatones, cámbiense de acera).

Otros, se atreven a asergurar (no hay documento gráfico) que ‘Peatones, por su seguridad, cambien de acera’. Debe ser una acera peligrosa en lo que al ambito homosexual se refiere…

Me alegra que nadie se esconda y que muestre sus sentimientos tal y como son. Es su derecho. Cuan avanzados estan en este país…

Ya os pondre el cartel de : ‘Por favor, salga del armario’, el colectivo de la carpintería tampoco debe haberse quedado atrás.

martes, 10 de abril de 2007

Blog festivo

Después de 22 posts, horas delante del ordenador buscando la forma de encontrar eñes y vocales acentuadas, después de agasajaros con regalos para que escribieseis y de muchas cosas más hemos conseguido hoy mismo lo que creí que no conseguiríamos hasta finales de junio:

¡100 COMENTARIOS!

Enhorabuena a todos los que hayais contribuido a esta tan gran proeza.

Muy pronto serán anunciadas nuevas sorpresas, secciones y firmas invitadas a este blog (muy expertas en el tema erasmus). Como adelanto una foto de cuando tenía 15 años festejando el gol 100 de mi equipo en la liga municipal... (no se me ocurría otra foto relacionada con el número 100 y así os reís un rato)

jueves, 5 de abril de 2007

La vie en rose

Sentirse insignificante puede ser interpretado de muchas formas. Dícese estar en una gran ciudad donde no eres más que un punto en una fotografía dispar y alborotada, en mi caso, este estado me es placentero ya que puedes hacer lo que te venga en gana sin temer nada más que a tu conciencia y a las leyes. Es decir, puedes hacer el ridículo más espantoso que como mucho la gente desviará su atención durante décimas de segundo y seguirá su camino. En mi caso, París es una buena opción para hacerlo y el destino (o los vuelos con horarios intespestivos) me ha puesto en esta ciudad en completa soledad durante un día entero. Veamos.

Asomé la cabeza por la salida del metro de Pyramides a las 5:30 de la mañana y lo primero que pude divisar fueron tres mendigos en la puerta este del Louvre, mendigos con mucho gusto por el arte porque dormir en la puerta del Louvre para entrar los primeros es más que gusto, pasión. Poco después descubrí que el museo no abría ese día, a si que eran mendigos a secas. Debido a que tenía que esperar a que abrieran la embajada de España (papeleos que darán para otro post) y que, ciertamente, ya había visto todo lo que hay que ver de París y ya me puedo morir, me dediqué a promenearme (se promener: pasearse, dar una vuelta) por los jardines del Louvre y las Tullerías. Bueno, no sin antes estar dos horas en una cafetería delante de un cafe au lait y un croissant gorroneándole el periódico al del bar, perdón, café.

Ciertamente, lo que más me impactó de los periódicos de París fue la sección de ‘Manifestaciones del día’. Se ve que todos los días en París hay manifestaciones, porque esta al lado del parte meteorológico. Mirando detenidamente sobre que tema se quejaban hoy los franceses me sorprendio la siguiente manifestacion ‘Infirmières malheureuses’ (enfermeros/as cabreados). En vista de que toda mi familia trabaja en un hospital y que mi hermana pertenece a ese selecto grupo, no podía faltar…

La tal manifestación resultó ser una panda de enfermeros y enfermeras bastante bien organizada, llevaban sus camiones-manifestación con altavoces y lanzadores de panfletos así como espacio suficiente para lo imprescindible: banderas, pancartas, palos (para las banderas), todo muy profesional. Lo que sucedió en la manifestación, la verdad nada con mucha chicha, cortaron un par de calles y se subieron a un par de semáforos. Los pobres conductores respondían a tal agravio en su vida normal con sorna y bastante buen humor, debe ser que la vida normal en París sea tener manifestaciones. Supongo que es tan normal que hasta había un hombre vendiendo silbatos a tres euros, el sindicalismo tambien se vende.

Después de mi affaire hospitalario (que desde la sinceridad me pilló de paso para comprar los billetes para volver a Poitiers) y de mis lios con la embajada y el consulado tanto trabajo merecía darse un homenaje. Decidí en un arrebato de generosidad hacia mi mismo (y porque estaba solo y no tenia que invitar a nadie) comer en el mejor restaurante cerca de la Tour Eiffel. Las vistas de ese lugar son impresionantes y da mucho gusto comerse la especialidad de la casa, sandwich au jambon de París et fromage emmental, contemplando el maravilloso monumento (y esta vez si hablo en serio, con lo de maravilloso). Lo mejor, el precio, 5 euros con cerveza incluida. Cuando vengáis a Francia os llevaré, solamente hace falta una buena navaja de Albacete y algo para no mancharse el culo con el cesped del Trocadero, minucias.

Hablando ya en serio, el bocadillo me estuvo buenísimo viendo como cientos de turistas se avezaban por entrar en la torre, esperando pacientemente en una cola durante horas, la vida del turista es realmente dura.

Después del Trocadéro, Champs-Élysées, Louvre, Place de la Concorde y de mi enésima visita al metro (en el que pude presenciar el avance de la tecnología en forma de pasarela móvil a velocidad hipersónica) dejé para el final la Cité (o isla central de París, cuna de todo este circo de país que se han montado). Allí pude comprobar que no se puede ser punto insignificante en ninguna parte del mundo, allá donde vayas habrá alguien que te conozca. Nada más llegar a la plaza me encuentro con dos guadalupanos, César y Luis José, dos latinoamericanos que como es costumbre en mi ya añorado Colegio Mayor se dan una vuelta por Europa en cuanto tienen vacaciones. ¿Recordáis de lo del mesón manchego? Pues cambiadlo por un guateque puertorriqueño y ponedlo en la plaza de Notre Dame.

Y bueno, finalmente, después de mucho meditarlo, después de temer represalias desde muchos puntos de la sociedad, después de esconderlo durante mucho tiempo, lo siento, no me gusta París. Pido perdón a todos los implicados, bohemios; amantes de lo etéreo, del amor y lo romántico en general; a La Mona Lisa y a La Madeleine; y a todo portador de boina o comedor de croissants).

A los primeros, les digo que París es la ciudad menos bohemia del mundo, todo a base de tener el m² de vivienda a casi 10.000 euros en casi todos los arrondissements (arrondissement: barrio, zona) y de centralizar toda la cultura en organismos oficiales tipo ‘La liga de los bailadores de claqué’. Ha quedado muy atrás la época en la que esto era cuna de grandes artistas y pensadores.

Al segundo grupo le digo que la belleza de París está enlatada al vacío y se vende (muy cutremente, por cierto) a precios prohibitivos con una filosofía de ‘Tanto pagas, tanto ves’ como ejemplo lo siguiente : Torre Eiffel: primer piso, 5 euros, segundo piso 7’5 euros, tercer piso 11’5 euros. Resumiendo, que no me vuelan mariposillas en el estómago ni floto cantando la vie en rose cuando paseo por París, debo estar podrido por dentro, no sé.

A la Mona Lisa y a la Madeleine les acepto que París es un monumento inigualable en sí mismo, pero para mi gusto tiene demasiado arte y poca historia en sus calles, ahí habéis pinchado en hueso conmigo.

Y al resto (boinas y croissants), una frase de Joaquin Sabina:
‘Yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid’

miércoles, 4 de abril de 2007

Bienvenue á Poitiers

Muchas veces me he preguntado y creo que cuanto más investigo menos me gusta, el conocimiento que tiene la gente extranjera de España. Esto me vino otra vez a la cabeza cuando contemplaba, en medio de una recepción del ayuntamiento de Poitiers a los estudiantes extranjeros, una serie de espectáculos típicos de países. En ellos, no tuvieron la decencia de poner nada español, pero bueno, me imagino que hubieran sido unas sevillanas muy bien bailadas por alguna pareja de franceses españolizados.

Esta recepción, la cual yo supuse como francesa por lo similar a las recepciones del Colegio Mayor en la actualidad (tiene una directora más francesa de lo que uno se puede imaginar) no tuvo demasiadas cosas a destacar por lo sosa que fue.

Aunque la noche de San Patricio terminó siendo larga hasta que nos fuimos a casa, me desperté pronto (debe ser porque no tengo persiana en la habitación y no me queda mas remedio) y llegué allí de los primeros. Delante de mí, una kilométrica mesa llena de suculentos dulces franceses de todo tipo. Ni que decir tiene que los probé todos, a destacar, una especie de torrijas de esas de Semana Santa pero mucho más grasientas y jugosas, por lo demás, diferentes gâteaux con igual pinta que los españoles pero con regusto francés, muy buenos.

Dejando el tema culinario, que me pierde, la recepción fue bastante aburrida, mucho chino (o japonés, filipino, vietnamita, coreano) por todas partes, muchos latinoamericanos (que están un poco de la cabeza la mayoría), alguna rusa de mofletes rojos y otros europeos varios.

El espectáculo del que os hablé fue bastante ameno, aunque me pareció que nos trataban como a unos turistas con poca idea porque la danza del vientre estilo francés-brasileño que se pegaron fue bastante cómica (y no es que tenga yo mucha experiencia en danza del vientre, pero saltaba a la vista) y las clases de cha cha cha en francés me causaron risa (igual que causa risa un chino bailando sevillanas y sobre todo verlo aplaudir).

Aunque eso si, jamás pensaría yo que bailaría el cha cha cha, que lo haría por un profesor francés y con una rusa mofletuda que además bailaba muy bien.