jueves, 10 de mayo de 2007

Angers, aceite y agua

Por la amable invitación de Pep (o Jose, Josep o Chema o como lo quiera llamar cualquiera que tenga la suerte de conocerlo) he tenido la oportunidad de pasar un placentero fin de semana en Angers. En esta ciudad he podido ver bastantes cosas pese no haber hecho un turismo demasiado clásico en ella, cosas que más allá de visitar sus calles o monumentos me han permitido ver la heterogeneidad de Francia, país que, antes de venir, supuse plano como una tabla (y no estamos hablando de orografía, tampoco de otras cosas menos políticamente correctas).

En primer lugar, visitar la residencia donde viven los alumnos de la ENSAM (Ecole Nationale Supérieure d'Arts et Métiers) es toda una experiencia. Esta especie de edificio, si podemos llamarlo así, alberga a numerosos estudiantes de esta universidad y es un aulario reconvertido en residencia, esta reconversión es poco más que un tabique para separar la cocina y el baño y un par de tablones para tapar los tragaluces que dan al pasillo, puede uno darse cuenta que estos franceses se apañan (o hacen que el resto se apañe) con poco. Ni siquiera se han molestado en cambiar los armarios (de metal) ni el suelo (realmente poco propicio para la habitabilidad) y ya no hablemos de pintura en las paredes o en el techo, que se caen a trozos en algún sitio. Todo ello en una universidad de renombre que, como mi añorada, ejem, Politécnica de Madrid vive del pasado y de su prestigio, pensando que jamás nadie podrá poner en duda su infinita superioridad al resto.

Sin duda, nada seria demasiado grave si por lo menos los residentes de esta universidad gozaran de agua corriente. Todo el problema viene a raíz de quejas por estómagos sueltos y caída excesiva de pelo pasando por la agonía de un chino (malasio, japonés o gente con ojos de sospecha, en general) el cual estuvo enfermo por ingestión de agua del grifo. Todo ello derivó en un estudio del agua de este edificio y fue tal la sorpresa que ahora ni se puede utilizar esa agua para ducharse de tanta cantidad de virus que tiene, no digamos ya beberla. Ya van dos semanas con doble ración de desodorante.

Fuera de residencias precarias, Angers es una ciudad de tamaño medio en Francia, (unos 200.000 habitantes) tiene cierto aire a Praga por la disposición de sus monumentos (río, catedral y castillo) pero no llega a ser tanto como ella (si no ya estaría llena de españoles). Es una ciudad apacible y tranquila y es el sitio fuera de España en el que he encontrado la calle más parecida a la Tejares de Albacete, cañas a tutiplén, mirando como pasa la gente y saludando al pueblo de vez en cuando.

Hasta esta ciudad tuve que irme para descubrir que esto de la homosexualidad ya es un movimiento bien montado y organizado. Estos colectivos tienen como una especie de calendarios en los que celebran cada semana un desfile de orgullo gay en diferentes ciudades cada dos semanas. Todo ello con autobuses alquilados, macrofiesta en la discoteca más grande de la ciudad y after para el que le siga yendo la marcha… Aunque todo quedó en una panda de locos subidos a un carromato bailando desenfrenadamente, ciertamente los de Madrid se lo montan mejor…

Y bueno, buen recuerdo me llevo de Angers, buena gente, risas varias y cosas que ver. A ver si volvemos para hacer turismo en sitios… más ortodoxos.

1 comentario:

Rous dijo...

eso eso!tienes k aprovechar mogollon el erasmus e incharte a viajar! hazllo x mi!:P jeje

1bsazoooooooooooooooo